Según la http://www.conasami.gob.mx/ el salario mínimo profesional de un albañil es de 72.14 pesos, sin embargo en la realidad ninguno de ellos trabajaría a tu servicio construyendote una barda o tu casa por menos de 150 pesos diarios (como lees, el mínimo es lo menos que puedes pagarles no el tope máximo). El salario mínimo profesional de un reportero es de 148.05 pesos, sin embargo la mayoría de los colegas jamás han visto ese dinero junto. Para hacerlo tienen que trabajar en dos o tres medios a la vez.
Ante este y otros escenarios, el viernes 6 a las 8:30 de la mañana dos compañeras reporteras ofrecerán una conferencia de prensa, que esperan convertirlo en un foro para analizar las condiciones pésimas laborales de los periodistas en Chiapas.
El pronunciamiento será leído por las dos compañeras mujeres reporteras despedidas de forma injustificada de una empresa informativa y que justo ese día a las11 de la mañana tienen una audiencia en la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje con los representantes legales. Los periodistas no agremiados a organización alguna, participaremos en reunión a celebrarse en el restaurante La Casona, luego de que les negaron otros espacios públicos.
No estamos en contra de que se festeje el 7 de junio como el Día de la Libertad de Expresión, lo que si debería preocuparnos y ocuparnos es el hecho de que no se puede hablar de pleno respeto y garantías a la libertad de expresión en Chiapas, cuando es bien sabido que este escenario nunca podrá ser si los reporteros permanecen en malas condiciones: mal pagados, sin prestaciones sociales, sin seguro médico, sin aguinaldos, sin reparto de utilidades, sin prima vacacional, se desempeñan en una franca vulnerabilidad laboral.
Nos hemos destacado por ser voceros, por denunciar abusos, atropellos, violaciones a los derechos de otros trabajadores, ¿Pero, quién denuncia la violación a nuestros derechos laborales como comunicadores?
Algunos periodistas chiapanecos jóvenes egresados de las carreras de comunicación y/o periodismo esperan este viernes poner el dedo en la llaga sobre una problemática que pocas veces nos atrevemos a denunciar.
Sobre todo porque no es posible que sigan tratando de forma injusta a muchos colegas como si fueran reporteros empíricos o con cero perfil profesional, cuando -salvo excepciones- ha quedado expuesto al profesionalismo de muchos de ellos.
Sobre esto y otros detalles les estaremos informando. Esperamos acompañen este viernes 6 en La Casona a las 8:30 am a la colegas reporteras.
Si hay una pata coja que tenemos en México pero en especial en Chiapas es el relacionado a las condiciones generales de trabajo del periodista, que incluye el salario, prestaciones, seguro social, etc.
El caso del colega Mario Alvarez nos desnuda a todos y recuerda que como sector laboral, la actividad periodística, que pertenece a una sociedad moderna y democrática, aún no tiene los resortes mínimos de legalidad que eviten dramas profundos y tan desgarradores casi comparados con la falta de acceso a la educación o la salud.
La vulnerabilidad laboral de nuestro sector ha sido propiciada y alentada históricamente por nosotros mismos y, por lo tanto, desatendido sistemáticamente por las autoridades en algo así como: "si a ellos no les ocupa, a mi menos".
Algo ha pasado, muy hondo, íntimo y misterioso que nos ha autolimitado a discutir con los propietarios de los medios de comunicación las condiciones laborales y todo lo que ello implica que es igual a responsabilidades y obligaciones.
Históricamente ha existido una rara e incompresible complicidad entre propietarios y trabajadores de los medios para no alcanzar un acuerdo en el que priven mínimos derechos laborales.
Periodismo devastado y precariedad laboral
Edgar Hernández Ramírez
Para sobrevivir, en Chiapas el periodista tiene tres opciones: obtener dos o más trabajos, "peinar" a los funcionarios estatales, municipales y federales o buscar un empleo en las oficinas de comunicación social del gobierno.
Lo anterior ilustra el desalentador panorama laboral que prevalece en los medios de la entidad y advierte sobre las consecuencias perniciosas en la profesión y en los productos periodísticos que se generan. A mayor precariedad económica, menor calidad en la información, bajas expectativas de desarrollo y menos posibilidades de superar los viejos vicios de la prensa.
Bajos salarios y desprotección laboral
El mejor reportero del diario que mejor paga en la capital del estado gana cinco mil pesos mensuales, y tiene la posibilidad de incrementar esa suma si sus notas logran las ocho columnas u otro lugar destacado en portada o contraportada. Sin embargo, el incentivo de cien pesos por nota puede reducirse si no cumple con su cuota de noticias diarias (entre tres y cuatro) o hace un trabajo de redacción y edición deficiente.
Los demás reporteros de ese medio, los de menor experiencia, en general sólo perciben entre dos mil 500 y tres mil pesos mensuales.
La situación es más crítica en los periódicos de menor tiraje. Ahí el periodista mejor pagado alcanza cuatro mil pesos y el salario del resto oscila entre los mil y dos mil 500 pesos al mes, de acuerdo con versiones de los propios reporteros.
En el caso de los corresponsales de periódicos de circulación nacional o de agencias informativas, el panorama no es muy diferente. Si bien hay periodistas de los grandes medios que obtienen un sueldo por arriba de los diez mil pesos después de varios años de trabajo, hay otros que perciben un sueldo que puede ir desde cuatro mil a seis mil pesos mensuales, cantidad insuficiente para cubrir las necesidades básicas de alimentación, vivienda, vestido, salud y esparcimiento.
A las precarias condiciones económicas de los trabajadores de los medios, se suma la desprotección laboral en la cual trabajan. La mayoría de los reporteros locales no cuenta con una plaza fija ni contrato; tampoco tiene seguro social, prestaciones o reparto de utilidades y cuando se les da aguinaldo, éste suele ser equivalente a 15 días de salario. Sólo dos periódicos y las empresas radiofónicas proporcionan seguro social y otras prestaciones menores. En los casos más difíciles, el pago de sueldos se retrasa días o hasta quincenas enteras.
Bajo estas circunstancias, el mercado laboral resulta bastante inestable y poco prometedor para desarrollarse periodísticamente. Ante la imposibilidad de satisfacer sus necesidades económicas en un solo trabajo, el periodista tiene que buscar otras alternativas que complementen su magro ingreso.